Cultura y Espectáculos
El regreso de Los Piojos a Mendoza: 180 minutos de emoción, pogo y reencuentro con su gente
En un Teatro Griego colmado y rodeado por miles desde los cerros, la banda liderada por Ciro Martínez ofreció tres horas de rock, nostalgia y celebración para varias generaciones de fanáticos.
POR REDACCIÓN
La espera fue larga, pero valió cada minuto. Pasaron 16 años desde la última vez que Los Piojos pisaron suelo mendocino, y anoche, en un Teatro Griego Frank Romero Day absolutamente colmado, sellaron su regreso con un ritual inolvidable para más de 40 mil personas. Fue un show épico de tres horas, cargado de rock nacional, memoria colectiva y una energía desbordante que trascendió edades, estilos y geografías.
La banda de El Palomar, liderada por un Andrés Ciro Martínez en estado de gracia, volvió a conectar con su público como si el tiempo no hubiese pasado. Y si bien algunos puristas extrañaron la formación original, el sonido potente, la entrega y la mística intacta terminaron por imponerse. La emoción fue compartida: desde los fanáticos históricos que revivieron su adolescencia hasta nuevas generaciones que vivieron su primer gran pogo piojoso.
Una noche para la historia del rock nacional en la provincia
La cita fue puntual: a las 21, las luces del escenario se encendieron y comenzó el desfile de clásicos que marcaron una época. Durante 27 canciones —con momentos de explosión y otros de pura emoción— Los Piojos borraron de un plumazo los 16 años de ausencia. Ciro, carismático y encendido a sus 57 años, demostró por qué sigue siendo uno de los frontman más magnéticos del país.
Desde "Tan solo" hasta "Maradó", pasando por “Verano del ‘92”, “Agua”, “Cruel” y “Media caña”, el repertorio recorrió todas las etapas de la banda, encendiendo a un público que coreó cada letra como si fuera un rezo. El cierre fue apoteósico, con un Frank Romero Day convertido en un mar de brazos en alto y una ovación que duró varios minutos.
El histórico teatro, acostumbrado a la Fiesta de la Vendimia, tonadas y odas al inmigrante, vibró esta vez con un rock visceral que retumbó en cada rincón. “Cada vez más cosas me unen a Mendoza”, dijo Ciro sobre el final, conmovido, recordando su deseo —expresado en varias visitas como solista— de volver a ese escenario junto a sus Piojos. El sueño, por fin, se cumplió.
Una previa federal y fervorosa
La expectativa se sentía en el aire desde hacía semanas: las entradas estaban agotadas, el escenario se había filtrado en redes y la fiebre piojosa ya era imparable. Desde el mediodía comenzaron a llegar fanáticos de todas partes del país, en autos, micros y combis que estacionaban como podían entre los cerros del Parque General San Martín. El acceso no fue sencillo, pero sí ordenado, gracias a una logística que estuvo a la altura del evento.
Afuera, en los alrededores del teatro, se vivió una fiesta paralela. Puestos de comida, bebidas, remeras, vinilos y parches conmemorativos completaron una feria rockera donde convivieron los looks clásicos de los 90 con las versiones actuales del rolinga 2.0. Piojosos de varias generaciones se mezclaron con respeto y alegría: padres e hijos, viejos amigos y nuevos fanáticos. La escena fue una postal federal y fraternal.
“Mirá lo que es esto, hijo”: el reencuentro más esperado
Un cuarentón emocionado lo resumió todo con una frase dirigida a su hijo pequeño: “Mirá lo que es esto”. Esa escena se repitió cientos de veces entre quienes volvieron a vivir —o vivieron por primera vez— la intensidad de un recital de Los Piojos. Muchos de los presentes habían estado en el mítico show de la "Primavera Piojosa" de 2002 o en aquel recital en Malargüe en 2007. Otros solo los habían visto en YouTube. Pero todos, sin distinción, entendieron que estaban siendo parte de un momento que quedará grabado en la historia del rock argentino.
Fuente: Los Andes