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El debate electoral mostró un giro a la derecha de Sánchez y ninguna señal de desbloqueo
POR REDACCIÓN
05 de noviembre de 2019
El primer y único debate electoral de cara a las elecciones del domingo próximo en España no mostró opciones de salida al bloqueo político actual y visibilizó un giro hacia a la derecha del aspirante a la reelección, el socialista Pedro Sánchez, que hace más improbable un acuerdo progresista. La crisis secesionista de Cataluña monopolizó casi todo el debate, aún cuando se habló de política exterior, y fue la punta de lanza que utilizó el propio Sánchez para acercarse a los votantes de derecha, alejándose de los progresistas de Unidas Podemos, el único partido que le sigue ofreciéndole apoyo. El enfrentamiento electoral televisado para todo el país llegó en unas circunstancias incómodas para el presidente del gobierno en funciones y candidato del Partido Socialista (PSOE), Sánchez, ya que el rey Felipe VI y su familia se encontraban anoche en Barcelona para una ceremonia de entrega de premios, que el movimiento independentista intentó boicotear con protestas. Esto llevó a que en el inicio del debate, los tres candidatos de la derecha, el líder del conservador Partido Popular (PP); Pablo Casado, el liberal Albert Rivera, de Ciudadanos; y el ultraderechista Santiago Abascal, de Vox, hayan atacado a Sánchez haciéndolo responsable de cualquier incidente con el monarca o en vísperas de los comicios, cuando los independentistas planean nuevas protestas. Sánchez era consciente de que los ataques le llegarían por ese lado, y de ahí que contraatacó compitiendo con la dureza de la derecha, con una propuesta para recuperar como delito penal la convocatoria de referendos, algo que había eliminado el ex presidente socialista José Luis Rodriguez Zapatero. A la severidad de la propuesta del líder socialista, que no estaba en su programa, le siguieron el catálogo de medidas represivas hacia Cataluña de parte de la derecha, que van desde la "aplicación de la ley" de Seguridad Nacional que exigió Casado, la intervención de la región, que pidió Rivera, y la promesa de Abascal de "detener a (Quim) Torra" e "ilegalizar a los partidos golpistas". "Con las propuestas más duras compitiendo entre los cuatro no vamos a ninguna parte", intervino Iglesias, quien le reprochó a Sanchez que tenga "complejos" en el tema del conflicto catalán y busque a la derecha. La interpelación no surgió ningún efecto, ya que el líder socialista, al final del debate, se comprometió a "traer al ex presidente catalán Carles Puigdemont de vuelta a España para que rinda cuentas ante la justicia", algo que Iglesias le recordó que, en todo caso, "corresponde a los jueces". A diferencia de Sánchez, después de que los incidentes de las últimas semanas en Cataluña hayan dado alas a la extrema derecha, Iglesias esgrimió un tono conciliador y defendió sin titubear hacer frente al conflicto catalán con diálogo, sentido común y mano izquierda. Pero en lugar de atacar a sus rivales de la derecha, Sánchez optó por reflejar sus diferencias con el líder de Unidas Podemos, ahondando en el conflicto catalán, al asegurar que Iglesias defiende un referendo de autodeterminación y que hay presos políticos. En el arranque del debate, cuando Iglesias insistió en la coalición, Sánchez respondió proponiendo que si no hay un acuerdo se deje gobernar a la lista más votada. Pero sólo Albert Rivera se mostró abierto a desbloquear el escenario mediante la abstención. Cataluña es la excusa perfecta para un pacto del PSOE con el PP, fue la conclusión que sacó Iglesias en pleno debate, tras insistir a Sánchez que la abstención de la derecha no será gratuita. Pero Sánchez remarcó que la gran coalición no se va a producir, en referencia a un eventual acuerdo con el PP, algo que el propio Casado también ratificó al presentar como "única alternativa" de la derecha par desalojar al líder socialista de poder. Al margen de los cruces entre Casado y Rivera, Abascal dejó claro que los votos de Vox servirán para desbancar a Sánchez y sus aliados progresistas. El líder de Vox, debutante en el debate electoral, campó a sus anchas sin que nadie le opusiera resistencia, salvo Iglesias, en momentos puntuales. Además de sus propuestas antidemocráticas para Cataluña, abordó temas típicos de la extrema derecha como la inmigración alentando la xenofobia, a partir de asociaciones infundadas entre inmigrantes y delincuencia. No obstante, todas las encuestas realizadas por los diarios digitales en base al voto de los lectores dieron a Abascal como ganador del debate. Con el pronóstico de un tercio de indecisos y un 30% de abstención, los candidatos de derecha dejaron claro en el debate que no tendrán problemas para acordar si suman mayoría, mientras los progresistas acrecentaron su distancia.
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