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Lloren chicos: tras 37 años en servicio, se retira el Papá Noel sanjuanino
Todo concluye al fin, nada puede escapar; el retiro del Papá Noel sanjuanino es una realidad. Tras 37 años despertando sonrisas, Carlos Jorquera cuelga su traje y le pone fin a una etapa marcada por la ilusión.
POR REDACCIÓN
Las Nochebuenas del Hospital de Niños ya no serán las mismas. Tampoco habrá filas de ilusión en los centros comerciales, y miles de cartas no llegarán a destino. Es difícil imaginar una Navidad sin él, pero es necesario asumir la realidad; San Juan se queda sin su Papá Noel. La Navidad del 2024 será recordada como la última en que Carlos Jorquera lució su impoluto traje rojo y repartió amor, esperanza y juguetes a miles de niños sanjuaninos, tal como lo hizo en los últimos 37 años.
Con el privilegio de atestiguar los preparativos para su gran noche, DIARIO HUARPE llegó hasta la casa de Papá Noel. A diferencia de lo que el inconsciente colectivo dictaría, no fue necesario viajar al Polo Norte, sino que tan solo hubo que llegar hasta La Esquina del Sauce, en Santa Lucía, donde la decoración navideña de una vivienda en particular, delata la identidad de su propietario.
Allí esperaba Carlos, quien a sus 67 años ya afinaba los detalles para su última recorrida nocturna por la provincia. Acompañado por su familia, y entre cientos de cartas y juguetes, el Papá Noel sanjuanino contó el emotivo origen de su vocación, las diversas anécdotas que solo una vida mágica puede regalar, y el porqué de su retiro.
“Hace 37 años, junto a mi señora, se nos ocurrió tener una Navidad diferente, y tuvimos la idea de salir a repartir algunos regalos, pero sin imaginar la magnitud de lo que vendría. Nos invitaron a un programa de radio en el que un oyente donó 200 panes dulces, y ahí empezó todo. Los cargamos en el carrito de la moto que teníamos en ese momento y nos fuimos hacia el hospital de Niños para repartirlos. Desde ese día, todas nuestras Navidades fueron diferentes”, enfatizó.
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Tan real es esta historia, que no carece de similitudes con la leyenda verdadera. Es que el Papá Noel, radicado en el Este sanjuanino, también tuvo su propio taller de juguetes: “Al principio recibíamos juguetes usados, en mal estado, entonces por ahí nos llegaba una muñeca a la que le faltaba un brazo, pero también nos daban otra que lo único que tenía sano era un brazo. Entonces, junto a mi mujer y mis hijas nos poníamos a repararlas, e incluso hasta les fabricábamos la ropa. Ya cuando comenzó la importación en Argentina, comenzamos a regalar todo nuevo, o donaciones, pero en óptimas condiciones”.
En este sentido, explicó que la preparación para Navidad es un trabajo de 365 días; “Nuestro trabajo empieza el 26 de diciembre”, aseveró. Asimismo, destacó que además del reparto de regalos que realiza en Nochebuena, su agenda también incluye recepción de cartas, entrega de golosinas por las calles y filmación de saludos. “Hay niños de Turquía, Brasil y Estados Unidos -entre otros países-, que esperan mi video cada año”, mencionó con orgullo.
Por otra parte, también se refirió a las vivencias que le dejó este oficio comunitario y, si bien cuenta con una trayectoria marcada por la alegría, esta labor también conlleva vivir sucesos que marcan para toda la vida: “En el hospital no hay muchas alegrías. En la noche de Navidad quedan los chicos que están más delicados, y llegar a la sala donde ellos están y verlos en su cama es muy duro. Las mamás o los papás suelen abalanzarse sobre uno a llorar, y te piden que ores y le pidas a Dios para que su hijo se mejore. Es un trabajo en el que hemos aprendido a hacer un poquito de callo en nuestro corazón para poder contener a las familias, pero por suerte también existe la satisfacción de saber que un gran porcentaje de esos niños que visitamos en estos años, hoy ya son adultos”.
Respecto a su última Navidad en funciones, Jorquera auguró que la vivirá con la misma alegría que en las últimas casi cuatro décadas y, con mucho pesar, explicó el porqué de su retiro: “37 años a uno lo desgastan, lo ponen un poco mayor, y Mamá Noel se me ha deteriorado un poco también, ja (sic)”. “No es algo que me haya cansado, pero mi salud ya no es la misma, y por eso tomo esta decisión, completamente agradecido a Dios por haber podido trabajar para la comunidad infantil de todo San Juan”.
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Al ser consultado sobre cómo financia cada una de estas campañas y de qué modo organiza la logística, explicó que nada de todo esto sería posible sin su gran sostén; la familia. Su esposa, Antonia Hrabalek, y sus hijas Carla y Joana, son el motor indispensable del Papá Noel sanjuanino. A la par de Jorquera, ellas trabajan todo el año resignando otras prioridades de sus vidas personales, con tal de que a las 00 horas de cada 25 de diciembre, el padre de este hogar pueda despertar sonrisas en miles de niños.
Asimismo, aseveró jamás haber recibido donaciones de políticos o empresarios, puesto que nunca son de forma desinteresada, y siempre buscan publicidad o propaganda a cambio. La mayor parte de los regalos son adquiridos mediante colectas o, incluso, en ocasiones se compran con el bolsillo de esta familia. A su vez, Jorquera destacó la buena voluntad de sus vecinos, quienes aportan juguetes usados y nuevos, y hasta colaboran con dinero para el combustible de su trineo; una Trafic blanca que, además de cargar regalos, transporta la ilusión de varias generaciones.