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Desde IA hasta drones: la seguridad del Vaticano para proteger el Cónclave
El Vaticano desplegó el mayor operativo tecnológico de su historia para garantizar la confidencialidad del cónclave que comenzará el 7 de mayo. Inhibidores de señal, cámaras con inteligencia artificial y vidrios opacos son parte del dispositivo.
POR REDACCIÓN
La elección de un nuevo Papa siempre ha sido un momento de máxima solemnidad y secreto. Pero en pleno siglo XXI, el tradicional cónclave del Vaticano dejó de depender exclusivamente del protocolo litúrgico y el murmullo de las oraciones. A partir del 7 de mayo, cuando comience oficialmente la elección del sucesor del papa Francisco, la Capilla Sixtina será también una fortaleza tecnológica, blindada con inteligencia artificial, drones de vigilancia y sofisticados sistemas de inhibición digital.
El Vaticano sabe que ya no alcanza con la discreción de los cardenales. En un mundo hiperconectado, donde un simple celular puede convertirse en una ventana al mundo, las medidas de seguridad se han redefinido. Lo que ocurra dentro del cónclave debe permanecer, literalmente, sellado. Y para ello, la Santa Sede puso en marcha el mayor despliegue de vigilancia digital en su historia.
Una burbuja de silencio tecnológico
Entre las medidas destacadas se encuentran los inhibidores de señal, que convierten la Capilla Sixtina en una zona completamente aislada: sin Wi-Fi, sin 4G ni 5G, sin Bluetooth, sin ninguna forma de transmisión inalámbrica. Es un verdadero desierto digital. Nadie puede enviar ni recibir información, asegurando así que ningún contenido del cónclave pueda filtrarse al exterior.
También se instalaron vidrios opacos en todas las ventanas del área. Esta decisión responde al crecimiento del espionaje a través de drones, satélites o cámaras de largo alcance, que podrían captar imágenes o sonidos desde el exterior. El objetivo es garantizar una visibilidad nula hacia adentro, incluso por accidente.
Vigilancia con inteligencia artificial
Puertas adentro, más de 650 cámaras de seguridad monitorean cada rincón del área. Muchas de estas cámaras están conectadas a sistemas de inteligencia artificial, capaces de detectar movimientos sospechosos, reconocer patrones inusuales o incluso identificar objetos no autorizados en cuestión de segundos.
Un algoritmo diseñado especialmente para este operativo puede lanzar alertas automáticas si detecta, por ejemplo, una valija fuera de lugar, un comportamiento extraño entre los asistentes o la presencia de alguien no registrado. Este nivel de control, que parece sacado de una película de espionaje, es parte de la nueva normalidad en la seguridad del Vaticano.
Tradición y tecnología: una nueva era para el cónclave
A pesar del despliegue tecnológico, el cónclave mantiene intacta su esencia espiritual. La elección del nuevo pontífice sigue rigiéndose por normas ancestrales, pero ahora está acompañada por una infraestructura digital digna de una central de inteligencia. La combinación de ritual, secreto y vanguardia tecnológica marca una nueva etapa en la historia del Vaticano.
En tiempos donde la información se filtra en segundos, la Santa Sede parece decidida a que, al menos en este caso, lo sagrado siga siendo también, lo más resguardado.