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Mundo > No era cortesía

Pensó que era gratis: un cardenal se tomó todo el licor del frigobar

Un cardenal extranjero compartió mini botellas de licor con colegas creyendo que eran cortesía del Vaticano. La cuenta que recibió después generó risas y viralidad.

POR REDACCIÓN

01 de mayo de 2025
Un cardenal del cónclave creía que era gratis el frigobar y se tomó todo el licor. Foto: gentileza. 

Mientras el Vaticano ajusta los últimos detalles para el inicio del cónclave más tecnológicamente blindado de la historia, un episodio insólito protagonizado por uno de los cardenales electores rompió la solemnidad del ambiente y desató risas en Santa Marta, la residencia donde se alojan los purpurados.

El protagonista fue un cardenal extranjero, cuyo nombre no trascendió, que, tras arribar a su habitación, creyó que el frigobar era parte de un gesto de cortesía vaticana. Entusiasmado con la idea, no dudó en invitar a otros cardenales a compartir una amena charla nocturna… acompañada por los licores en miniatura del minibar.

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La anécdota fue relatada por el arzobispo retirado italiano Anselmo Guido Pecorati al diario Corriere della Sera, y rápidamente se viralizó. “Después se encontró con la cuenta y se molestó”, contó entre carcajadas. “Santa Marta funciona como un hotel, por eso hay que tener cuidado”.

Según se supo, el frigobar contenía bebidas alcohólicas, gaseosas, jugos y aguas minerales. Todo fue consumido esa misma noche, con buen ánimo, pero sin saber que el servicio no era gratuito.

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Humor en la antesala del cónclave

El hecho, aunque menor, refleja el clima de camaradería que reina entre algunos de los 133 cardenales electores que se preparan para definir al nuevo Papa tras la salida de Francisco. Si bien el momento es de gran trascendencia e importancia para el futuro de la Iglesia Católica, no faltan los episodios pintorescos que relajan el clima previo.

Con el cónclave programado para comenzar el miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina, los cardenales están bajo estrictas medidas de seguridad y vigilancia tecnológica. Pero puertas adentro de Santa Marta, algunos aún encuentran espacio para los pequeños placeres… incluso si después deben pagarlos.

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