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Récord histórico y figuras clave del Cónclave 2025
Con la cifra más alta de electores en la historia, el Cónclave 2025 para elegir al sucesor del papa Francisco trae consigo datos inéditos y curiosidades sobre los participantes, el proceso de elección y los rituales que rodean la llegada del nuevo líder de la Iglesia Católica.
POR REDACCIÓN
El Cónclave 2025 será un evento sin precedentes para la Iglesia Católica. Tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, a los 88 años, el Vaticano se prepara para designar a su sucesor en una de las ceremonias más reservadas y ritualizadas del mundo. Este año, el número de cardenales con derecho a voto alcanzará los 135 electores, la mayor cantidad registrada hasta ahora en la historia del papado.
Entre ellos se destacan figuras que, por su edad o circunstancias, llaman la atención. El cardenal más longevo es Carlos Osoro Sierra, arzobispo emérito de Madrid, nacido en mayo de 1945, quien llegará al cónclave con 79 años, bordeando el límite de edad permitido para votar. En el otro extremo, el más joven es Mykola Bychok, obispo ucraniano de Melbourne, quien con apenas 45 años será el único elector menor de 50.
Otro perfil peculiar es el del cardenal Vinko Puljić, de Bosnia, quien representa la experiencia del cuerpo eclesiástico. Conocido como el “senador” del cónclave, fue nombrado cardenal en 1994 por Juan Pablo II y continúa activo como figura de consulta. Además, se suma Domenico Battaglia, el más recientemente incorporado al colegio cardenalicio. Su nombre fue confirmado luego del consistorio de diciembre de 2024, convocado por el mismo papa Francisco antes de su fallecimiento.
El mecanismo de elección papal mantiene una estructura tradicional, pero con medidas de seguridad modernas. A partir del inicio del cónclave, los cardenales quedan completamente aislados del mundo exterior: se suspenden los teléfonos, televisores, computadoras y cualquier medio de comunicación. Incluso se realizan barridos electrónicos permanentes para evitar filtraciones.
Los cardenales se alojan en la Casa de Santa Marta, dentro del Vaticano, que comenzó a liberar habitaciones una semana antes del inicio oficial del cónclave. Las votaciones se realizan en la Capilla Sixtina bajo estrictas reglas: los electores no pueden votar por sí mismos y, si alguno resulta elegido, puede rechazar el cargo.
Uno de los elementos más icónicos del proceso es la fumata, el humo que se eleva desde la chimenea del Vaticano tras cada ronda de votaciones. El humo negro indica que no se ha alcanzado consenso; el blanco, que hay un nuevo Papa. Tras una confusión ocurrida en 1958, cuando un humo grisáceo fue interpretado como blanco, se introdujeron sustancias químicas que aseguran un color más claro y distintivo, acompañado por el repique de campanas en caso de elección.
Todo debe estar listo para que el nuevo pontífice se presente ante el mundo, apenas aceptado el cargo. La sastrería Gamarelli, con más de dos siglos de historia, es la encargada de confeccionar tres sotanas papales de distinto talle para que el elegido tenga vestimenta inmediata. Sin embargo, no todos los papas siguen el protocolo al pie de la letra: Francisco, por ejemplo, fue el primero en no usar la indumentaria tradicional ni los zapatos rojos en su primera aparición.
El nuevo Papa también deberá elegir un nombre papal, una costumbre que comenzó en el siglo VI, cuando Juan II renunció a su nombre de nacimiento, Mercurio, por su connotación pagana. Desde entonces, el nombre elegido ha simbolizado una guía espiritual o una declaración de principios. El más popular a lo largo de la historia ha sido Juan, adoptado por más de 20 pontífices.