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La devoción argentina a la Virgen de Luján: por qué se la recuerda el 8 de mayo
Más que una figura religiosa, la Virgen de Luján encarna la identidad argentina: sus vestiduras reflejan los colores patrios, su basílica es epicentro de peregrinaciones masivas y hasta acompañó a los soldados en Malvinas. Una historia donde fe, cultura y nacionalismo se entrelazan.
POR REDACCIÓN
Hoy, 8 de mayo, Argentina celebra a su patrona, la Virgen de Luján, en una festividad que combina historia, fe y tradición. Esta advocación mariana, venerada desde el siglo XVII, tiene un origen milagroso y una profunda conexión con la identidad nacional.
La historia se remonta a 1630, cuando un hacendado portugués radicado en Córdoba encargó desde Brasil una imagen de la Virgen María para su capilla en Santiago del Estero. Al llegar al puerto de Buenos Aires, la talla de apenas 38 cm de altura emprendió viaje en carreta hacia su destino, pero al llegar a un paraje conocido como "Árbol Solo" (actual Luján), los bueyes se negaron a avanzar. Solo cuando bajaron la caja con la imagen, los animales retomaron la marcha, interpretándose este hecho como una señal divina de que la Virgen quería quedarse en ese lugar.
El primer santuario se construyó en 1763, pero fue el 8 de mayo de 1887 cuando el Papa León XIII coronó canónicamente a la imagen como "Nuestra Señora de Luján", estableciendo así su festividad anual. En 1930, el Papa Pío XI la declaró oficialmente patrona de Argentina, Uruguay y Paraguay, consolidando su importancia regional.
La devoción a esta advocación mariana trasciende lo religioso: sus vestiduras, con los colores celeste y blanco de la bandera argentina, la han convertido en un símbolo de identidad nacional. Su influencia es tal que incluso una imagen suya estuvo presente en las Islas Malvinas durante el conflicto de 1982, regresando al país en 2022 tras 37 años.