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Campo del Cielo: el museo chaqueño que guarda más de 300 meteoritos, entre ellos dos de los más grandes del mundo
En la Reserva Natural y Cultural Pigüén N´onaxá, en Chaco, se encuentra uno de los museos más singulares del país. Allí se exhiben fragmentos del histórico impacto de meteoritos en Campo del Cielo, una de las lluvias cósmicas más importantes registradas en el planeta.
POR REDACCIÓN
En la provincia de Chaco, un rincón del noroeste argentino guarda testigos silenciosos del universo: se trata del museo Pigüén N´onaxá, ubicado en la Reserva Natural y Cultural Campo del Cielo, donde se exhiben más de 300 meteoritos, entre ellos el segundo y tercero más grandes del mundo.
El lugar no solo es un museo, sino también un espacio sagrado y de memoria científica y cultural. Según los estudios, el meteorito de Campo del Cielo proviene del Cinturón de Asteroides situado entre Marte y Júpiter, y se habría formado hace unos 4.500 millones de años, al mismo tiempo que la Tierra.
Mucho tiempo después, hace alrededor de 4.000 años, una gigantesca masa metálica fue expulsada desde ese cinturón y terminó su viaje en nuestro planeta. Al ingresar a la atmósfera a una velocidad cercana a los 80.000 kilómetros por hora, explotó antes de tocar la superficie, provocando una de las lluvias de meteoritos más grandes registradas en la historia.
El impacto dejó al menos 26 cráteres alineados en un área que abarca más de 2.000 kilómetros cuadrados entre Chaco y la provincia vecina de Santiago del Estero. El mayor de los cráteres tiene el tamaño de un estadio de fútbol, y numerosos fragmentos fueron recolectados a lo largo del tiempo, muchos de los cuales hoy se encuentran en museos internacionales, colecciones privadas y centros científicos de todo el mundo.
Dos de los ejemplares más colosales permanecen en Argentina y pueden contemplarse en el museo Pigüén N´onaxá. Uno de ellos está elevado sobre columnas de metal, permitiendo que los visitantes lo observen de cerca, incluso recostarse bajo su sombra. Su superficie, rugosa y oxidada, se convierte en una especie de escultura natural moldeada por millones de años de historia.
Pero el museo no es solo ciencia y contemplación. También es cultura viva. En la cercana localidad de Gancedo, se puede degustar el postre "explosión del cielo", una creación gastronómica inspirada en la caída del meteorito: una base de queso y zapallo cubierta con chocolate amargo, avena y sal marina, con una salsa elaborada a partir del fruto local mistol, que simula una órbita planetaria.
Para las comunidades originarias Moqoit, estos meteoritos no son simples objetos de estudio. Representan **entidades celestes, símbolos de poder y abundancia, y parte de un universo compartido entre humanos y no-humanos. “Son la presencia en la Tierra de las entidades celestes, deseamos que no nos sigan siendo robadas”, expresan con firmeza.
El museo de Campo del Cielo es más que una atracción turística. Es una puerta al cosmos, una conexión directa con el pasado del sistema solar y un lugar donde la ciencia, la historia y la espiritualidad se entrelazan bajo el cielo chaqueño.
Fuente: La Voz del Interior