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El regalo de Milei al Papa: un acta sanjuanina de los agustinos que data de 1642

Durante su visita al Vaticano, el presidente Javier Milei obsequió al Papa León XIV, el acta de creación del Convento Agustino de San Juan, fundado en 1642. El gesto conecta a la provincia con las raíces religiosas del Pontífice, quien perteneció a la orden de San Agustín.

POR REDACCIÓN

09 de junio de 2025
Un elemento más que llamativo y atractivo fue un documento histórico relacionado a la Orden San Agustín. Foto: Gentileza.

La reciente visita del presidente Javier Milei al Vaticano no solo dejó imágenes diplomáticas y gestos protocolares, sino también un regalo que sorprendió por su carga simbólica y su profundo contenido histórico. Entre los obsequios entregados al Papa León XIV se encontraba un documento con un fuerte vínculo con la provincia de San Juan: el acta de creación del Convento Agustino “San José”, fundado en estas tierras en el año 1642.

Este acto, que para muchos podría haber pasado desapercibido, guarda una especial relevancia tanto para el líder de la Iglesia como para la historia religiosa y cultural de Cuyo. El Pontífice perteneció durante sus años de formación a la orden de San Agustín, lo que convierte al presente en una conexión directa entre sus raíces espirituales y la historia fundacional de una de las provincias más tradicionales del país.

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Según relató el historiador sanjuanino Claudio Vera, los agustinos llegaron a América junto con la conquista española, como parte de las órdenes religiosas que buscaban evangelizar los nuevos territorios. “El descubrimiento de América generó para ellos un nuevo campo de difusión de la fe. Se distribuyeron en todo el territorio americano y en San Juan provienen, como toda la Iglesia, desde Chile”, explicó el especialista.

La instalación del convento en San Juan se concretó oficialmente en 1644, cuando se asignó a los agustinos una manzana ubicada detrás de lo que hoy es la Catedral, entre las actuales calles Avenida Ignacio de la Roza, Mitre y Entre Ríos. Allí funcionó no solo como convento, sino como casa de estudios y noviciado: todos los jóvenes que querían ingresar a la orden debían pasar por esta sede sanjuanina, considerada la más importante del país hasta el siglo XIX.

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Claudio Vera, historiador sanjuaninos. Foto: DIARIO HUARPE.

“La entrega de este documento al Papa no es menor”, destaca Vera. “Los agustinos tienen en San Juan su primer destino en lo que hoy es Argentina. Muchas familias sanjuaninas ingresaron a esta orden, lo que se conoce como clero criollo. El convento tuvo un rol fundamental incluso en la historia política y militar”.

Entre los nombres destacados figura Bonifacio Vera, sanjuanino y miembro de la orden, quien cedió el convento al Ejército de los Andes como cuartel en plena gesta emancipadora. Esta participación de las órdenes religiosas en procesos políticos y sociales fue común en la época, y marcó también transformaciones en el interior de la Iglesia.

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El predio agustino, sin embargo, no resistió el paso del tiempo ni los embates de la historia. En 1873 fallece el último agustino residente en la provincia. Poco después, las propiedades del convento fueron cedidas por el gobierno local al Arzobispado, que construyó allí el Seminario Conciliar. Pero el terremoto de 1944 borró las últimas huellas visibles del antiguo convento, salvo por la iglesia, reconstruida en el siglo XVII, que resistía aún parcialmente el sismo.

“El terremoto de 1924 ya había afectado parte de la estructura, y en 1944 lo que quedaba fue destruido casi por completo. Para entonces, la presencia agustina en San Juan ya era cosa del pasado”, relató Vera. De hecho, el cierre definitivo del convento se inscribe en el contexto de reformas liberales impulsadas por Salvador María del Carril, autor de la recordada “Carta de Mayo”, que promovió la supresión de algunas órdenes religiosas.

Sin embargo, la huella de los agustinos quedó impregnada en la historia de la provincia. Su legado educativo, religioso y social trascendió a través de las generaciones, y hoy revive simbólicamente a través del regalo presidencial. La elección del documento como obsequio al Papa no solo refleja un gesto de cercanía religiosa, sino también un guiño hacia las raíces sanjuaninas del catolicismo argentino.

 

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