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Provinciales > Reclamo desesperado

Una mujer enfrenta un posible desalojo: “Este kiosco es mi vida”

Natalia Morales tiene 48 años y desde hace 27 atiende el kiosco “Marcos” en inmediaciones del Centro Cívico. El jueves fue notificada por el municipio para desalojar el lugar. “Me siento en una tormenta”, dijo llorando.

POR REDACCIÓN

Hace 10 horas

Natalia Morales tiene 48 años y hace 27 que trabaja todos los días en el mismo lugar: un kiosco llamado “Marcos”, ubicado en la esquina de Las Heras y Rivadavia, en la vereda del Centro Cívico. El pequeño puesto, que atiende junto a su esposo, es su único sustento. Pero este jueves recibió una notificación inesperada del municipio que le ordenó desalojar el lugar porque su kiosco no estaría habilitado.

“Me quieren sacar como si fuera basura, sin escucharme, sin dejarme hablar”, dijo entre lágrimas a Diario Huarpe. “Me sentaron en una silla y me hablaron como si yo no valiera nada. Me cortan las piernas”.

Según relató Morales, el conflicto se desató sin previo aviso. “Ayer me llegó la notificación y hoy fui a hablar con las encargadas. Me dijeron que no estoy habilitada, que las cosas cambiaron con el nuevo gobierno, y que si tengo que trabajar, que lo haga en Chimbas, no en Capital”.

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Natalia Morales es dueña del Kiosco "Marcos" que atiende hace 27 años. Foto: DIARIO HUARPE/ Sergio Leiva

Morales afirmó que el permiso le fue otorgado hace muchos años por el entonces intendente Marcelo Lima, y que incluso fue la propia municipalidad la que le colocó el kiosco donde está actualmente. “A mí me instalaron acá, me hicieron el piso, todo. Me dijeron que nadie me iba a molestar nunca”.

La mujer aseguró que no fue informada de ningún cambio normativo, ni se le ofreció posibilidad de regularizar su situación. Además, denunció un trato discriminatorio: “Me preguntaron si tenía otro kiosco. Les dije que no, que el que está en el centro es de mi cuñado. Pero cuando escucharon mi apellido, me levantaron la voz. Todo fue muy violento”.

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El papel que recibió no fija una fecha precisa para el desalojo, pero sí advierte que pueden retirar su mercadería con ayuda de la policía en cualquier momento. “Me dijeron que si hay un terremoto o un viento, ¿quién me va a proteger? No entendí nada. Yo ya he pasado nevadas, bombas, temblores y siempre trabajé. Este kiosco es mi vida”, explicó angustiada.

Morales también recordó que años atrás tuvo que enfrentarse a situaciones hostiles, incluso con la familia de figuras públicas, cuando se la trasladó por primera vez alrededores del predio del Cívico. A pesar de todo, siguió adelante y siempre trabajó de forma honesta, pagando impuestos, luz y agua. Hoy, no cuenta con ningún plan ni asistencia social. “No tengo nada más. Este trabajo es todo lo que tengo”.

Morales no cuenta con un abogado, pero espera que el gobernador Marcelo Orrego o el exintendente Lima, quien le dio el permiso original, puedan intervenir. “Me siento invisible. Como si no valiera nada después de tantos años. Solo pido que me dejen trabajar”, concluyó.

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