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Policiales > Sin paz

Violencia extrema y pánico en el estadio de Independiente durante el partido contra Universidad de Chile

El estadio Libertadores de América fue escenario de una brutal batalla entre hinchas que derivó en heridas, detenciones y un clima de terror que marcó una noche inolvidable para todos los presentes.

POR REDACCIÓN

Hace 5 horas

La fría noche de Avellaneda se tornó en una pesadilla para quienes asistieron al estadio Libertadores de América – Ricardo Bochini. Lo que debía ser una fiesta futbolística se transformó en un escenario de violencia y caos, con escenas que conmocionaron a todos los presentes.

Familias enteras vivieron momentos de terror: padres abrazaban a sus hijos entre lágrimas, mientras otros corrían desesperados buscando salidas que permanecían cerradas. El miedo y la desesperación se reflejaban en rostros desencajados, ojos vidriosos y gritos que fueron ahogados por las sirenas de ambulancias y el sonido ensordecedor del pánico.

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La tensión se percibía desde antes del inicio del encuentro. Los hinchas de Universidad de Chile, que ocuparon la tribuna Pavoni alta con más de 2.500 entradas vendidas para un espacio con capacidad para 4.500, llegaron en una caravana de micros. Pese a los controles, varios ingresaron con armas blancas, como evidenciaron videos difundidos en sus redes sociales.

El ingreso fue en principio tranquilo, pero la conflictividad comenzó cuando los simpatizantes de Independiente llenaron la tribuna Pavoni baja. Desde la parte superior comenzaron a lanzarse objetos contundentes como hierros, cascotes, palos, incluso partes de mampostería y sanitarios, que impactaron con violencia sobre los sectores inferiores.

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Ante esta situación, los hinchas del Rojo se refugiaron en la parte alta de la tribuna para evitar los proyectiles, aunque este sector ya no contaba con las barreras de contención que antes existían, debido a modificaciones para mejorar la visibilidad. Además, se advirtió una escasa presencia policial en esa zona, a pesar de un operativo que movilizó a 650 efectivos de la Policía bonaerense y 150 de seguridad privada.

Durante el entretiempo, la barra oficial de Independiente intentó derribar un portón que dividía su sector del de los visitantes, mientras que la barra chilena “Los de Abajo” intensificó su ataque con una bomba de estruendo que detonó en el tercer nivel de la Garganta del Diablo Número 1, donde se encontraban hinchas comunes. Esta explosión desencadenó el estallido de violencia en el estadio.

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Por orden de seguridad, se solicitó a los fanáticos de Universidad de Chile que abandonaran la tribuna, pero la evacuación fue lenta y demoró cerca de 30 minutos. En paralelo, la barra del Rojo lanzó cánticos amenazantes contra un grupo disidente de su propia hinchada, evidenciando conflictos internos.

Finalmente, la barra de Independiente logró derribar el portón y accedió a la popular visitante, donde un reducido grupo de hinchas chilenos resistía. Allí comenzó una feroz cacería humana, con agresiones brutales que dejaron a varios heridos, algunos desnudos tras ser despojados de sus prendas. Dos personas cayeron desde unos 10 metros al intentar escapar por un alambrado y permanecieron gravemente heridos en el suelo, mientras eran insultados por los agresores.

Para aliviar la presión sobre la tribuna afectada, se abrieron las puertas para que los hinchas locales pudieran trasladarse a las plateas Bochini y Erico, que terminaron saturadas. En total, 90 personas fueron detenidas y se registraron múltiples heridos.

Al final del encuentro, más de 1.000 simpatizantes de Independiente invadieron el campo de juego, generando un ambiente caótico donde se produjeron robos, principalmente de celulares. Entre la confusión, el futbolista chileno Felipe Loyola se acercó a la platea para verificar el estado de su familia, que afortunadamente no sufrió daños.

El abandono del estadio se realizó con miedo y cautela, mientras el lugar y sus alrededores mostraban daños materiales significativos, aunque estos quedaron en segundo plano ante la tragedia humana vivida. Algunos vecinos brindaron ayuda a los heridos, ofreciéndoles agua y hielo, un gesto que destacó en medio del caos.

La investigación quedó a cargo de la UFI Nº 4, bajo la dirección de los doctores Mariano Zitto y Sebastián González. Se realizaron inspecciones visuales del estadio y se solicitaron informes a los organismos de seguridad, además de analizar las grabaciones de las cámaras de vigilancia. Hasta las 2:24 de la madrugada se contabilizaron 125 detenidos.

Esta noche de violencia extrema dejó una marca imborrable en el fútbol argentino, recordando la necesidad de reforzar la seguridad y prevenir que episodios como este vuelvan a repetirse.

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