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Cambio climático potencia huracán Melissa y eleva su destrucción, alertan expertos
El calentamiento del océano Atlántico impulsa tormentas más intensas y rápidas, como el huracán Melissa, que alcanzó categoría 5 en menos de dos días, reflejando una tendencia alarmante vinculada al cambio climático.
POR REDACCIÓN
El huracán Melissa se convirtió en un símbolo de los riesgos climáticos que enfrenta el planeta, al pasar de tormenta tropical a categoría 5 en menos de 48 horas. Este fenómeno refleja una tendencia creciente: la acelerada intensificación de huracanes impulsada por el calentamiento de las aguas del océano Atlántico, que alcanzan niveles récord.
Según los expertos, el océano absorbe más del 90 % del exceso de calor generado por actividades humanas, lo que alimenta la fuerza de estos ciclones. Melissa incrementó sus vientos de 112 a 225 kilómetros por hora en un solo día, y finalmente alcanzó ráfagas de 260 km/h, según informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
El meteorólogo Akshay Deoras, de la Universidad de Reading, explicó que “la parte centroamericana del océano Atlántico está extremadamente caliente ahora mismo, alrededor de 30 °C, lo que supone entre 2 y 3 °C por encima de lo normal”. Además, destacó que “no se trata solo de la superficie. Las capas más profundas del océano también están inusualmente cálidas, lo que proporciona una vasta reserva de energía para la tormenta”.
Esta fuente energética es clave para que los huracanes se fortalezcan rápidamente, ya que el agua caliente libera más vapor de agua hacia la atmósfera, incrementando la energía disponible para las tormentas. Matilde Rusticucci, investigadora del Conicet y coautora de informes del IPCC, señaló que “el mar proporciona una gran cantidad de energía, lo que permite la formación de huracanes más intensos”.
Eduardo Piacentini, exdirector del Departamento de Cambio Global del Servicio Meteorológico Nacional, añadió que el aumento de la temperatura oceánica, especialmente en el Caribe, incrementa la evaporación y la energía atmosférica, haciendo que los ciclones sean “cada vez más intensos y violentos”.
Los científicos llevaban años advirtiendo que la quema de combustibles fósiles y la deforestación alteraban el equilibrio térmico del planeta. El año pasado, los océanos registraron su temperatura media más alta, con el Atlántico tropical superando los 30 °C en amplias zonas. Según Climate Central, la probabilidad de un calentamiento similar es hoy setecientas veces mayor debido a la acción humana.
Bernadette Woods Placky, meteoróloga jefe de Climate Central, advirtió que “el cambio climático está modificando fundamentalmente el clima” y que los huracanes del Atlántico tienen el doble de probabilidades de intensificarse rápidamente y volverse catastróficos. Esta tendencia se agrava porque muchas tormentas se forman cerca de las costas, donde el agua cálida y la humedad aceleran su desarrollo.
Además de la velocidad y fuerza del viento, otro fenómeno preocupante es la desaceleración de los huracanes, que permanecen más tiempo sobre una región, aumentando las lluvias y los daños. Aunque se desconocen las causas exactas, se sospecha que el calentamiento del Ártico y cambios en la circulación atmosférica afectan la dinámica global del viento.
Placky explicó que “con el 90 % del calor adicional llegando a nuestros océanos, estamos observando su calentamiento y aumento de temperatura. Y esto se refleja en el aumento del nivel del mar. Así que, incluso sin tormentas, los niveles de agua están subiendo. Se están alejando de nuestras costas y se están adentrando más en el interior”. Añadió que estas tormentas están destruyendo infraestructuras costeras esenciales.
Los datos indican que por cada grado Celsius adicional en la temperatura del mar, la velocidad del viento de los huracanes puede aumentar hasta un 5 % y los daños totales crecer hasta un 50 %. Además, una atmósfera más cálida retiene un 7 % más de humedad por grado de calentamiento, lo que produce lluvias torrenciales y graves riesgos de inundación. Los modelos climáticos prevén que hacia finales de esta década, los huracanes generarán entre un 10 % y 15 % más de precipitaciones que en el pasado.
Este escenario ya se evidenció en tormentas como Harvey, Florence o Imelda, que causaron desplazamientos masivos y daños millonarios en infraestructuras urbanas. La NOAA pronosticó para este año una temporada más intensa, con hasta 18 tormentas nombradas y cinco huracanes mayores, confirmando que fenómenos como Melissa no son excepciones sino parte de una realidad climática más extrema.
El calentamiento oceánico es un proceso acumulativo con repercusiones que se prolongarán décadas, incluso si las emisiones globales se reducen de inmediato. Sin embargo, los científicos insisten en que la velocidad del deterioro depende de las decisiones humanas, y aún es posible mitigar sus efectos.