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Campi contó por qué fue "echado a botellazos" de un colegio de curas
Un monólogo de vocales y un personaje que vendía órganos: Campi, Capusotto y Alberti fueron echados a los botellazos de un colegio de curas.
POR REDACCIÓN
Campi revivió una de las historias más salvajes e insólitas del under porteño junto a dos de sus referentes, Diego Capusotto y Fabio Alberti. La anécdota, que combina el espíritu más puro de la comedia alternativa con un caos desatado, ocurrió en un inesperado escenario: un colegio católico que los había contratado para un evento institucional.
El relato tomó por asalto la mesa de Almorzando con Juana (Eltrece), donde Campi, adueñándose de la conversación, reconstruyó aquellos años en los que compartía el circuito con las futuras figuras de culto del humor argentino. Todo comenzó en un mítico sótano de Palermo, El Pozo Voluptuoso, donde hacía un unipersonal protagonizado por un personaje que, en sus propias palabras, “vendía los órganos de su hija”.
Fue allí donde un grupo de estudiantes de la institución religiosa lo vio y, a pesar de la naturaleza del show, decidieron contratarlo. Campi intentó advertirles: “¿Ustedes saben lo que hago yo?”, les preguntó. Pero los alumnos se mostraron firmes: “Sí, sí, es para los chicos nomás”.
La sorpresa fue mayor cuando se enteró de que también habían convocado al Mago Merpin, conocido por rutinas que incluían sangre y tiros falsos. “¿Cómo vamos a ir con Merpin? ¡Tiraba sangre en la cara!”, comentó riendo el comediante, quien, sin embargo, aceptó porque ya les habían pagado una suma considerable para la época, remarcando una regla ineludible del under: “La plata no se devuelve”.
Al llegar al colegio, el ambiente era extraño: “Era todo muy raro”, recordó. En medio de su función, aparecieron de forma inesperada Capusotto y Alberti, y con la espontaneidad que los caracterizaba, le preguntaron si podían subir a “probar un monólogo”. A pesar de que Campi les advirtió que “no daba para ese lugar”, subieron al escenario improvisado.
La performance que siguió fue un punto de quiebre. El dúo comenzó a recitar una poesía compuesta únicamente por vocales, dedicando varios minutos a cada una. El público, compuesto por estudiantes, monjas y curas, fue perdiendo la paciencia progresivamente.
El colapso llegó cuando estaban recitando la vocal “I”: “Nos empezaron a tirar botellazos. En la I, no llegamos a la O”, sentenció Campi, desatando las carcajadas de la mesa. La reacción violenta no vino solo de los estudiantes, sino también de los propios curas. La insólita escena terminó con los tres humoristas, junto al Mago Merpin, escapando a toda velocidad por los pasillos del establecimiento.
“Era el under, qué sé yo”, concluyó el comediante sobre aquel episodio que se convirtió en una leyenda de la comedia caótica.