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Cultura y Espectáculos > El cantor de Huaco

El Chango Huaqueño, la guitarra que nunca dejó de cantar

El Chango Huaqueño, ícono del folclore sanjuanino y heredero del legado de Buenaventura Luna, falleció dejando una obra que retrata con autenticidad la vida, la memoria y el paisaje de su querido Huaco. Su voz y su guitarra, inseparables, seguirán resonando en el alma de su pueblo.

Hace 8 horas
Este lunes murió el Chango Huaqueño, una voz fundamental en el folclore cuyano. FOTO: Gentileza

La música folclórica de San Juan está de luto tras el fallecimiento de Horacio Antonio Villafañe Ahumada, conocido artísticamente como el Chango Huaqueño, figura emblemática de la cultura jachallera y uno de los intérpretes que más firmemente mantuvo vivo el legado de Buenaventura Luna. Su deceso se produjo en las primeras horas de este lunes, y con él se apaga una de las voces más genuinas del norte sanjuanino.

Nacido en Huaco en 1954, fue el cuarto de ocho hermanos en una familia humilde. Labrador de la tierra, cosechador de uva y albañil, nunca se apartó de su fiel compañera, la guitarra. Desde niño, con 8 o 10 años, cuando iba con su padre al campo a buscar leña agarraba un palo como guitarra y cantaba, solía recordar. Aprendió a tocar de oído, mirando, hasta que finalmente, gracias al esfuerzo y a sus primeros sueldos, pudo tener la suya propia.

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La vida lo obligó al desarraigo temprano, pero nunca dejó de añorar a su querido Huaco. Fue en Rawson donde se estableció, aunque su música lo llevó por todo San Juan. Se levantaba temprano y agarraba la guitarra que dejaban que sus hermanos cuando venían de "farra". Así comenzó un camino que lo llevaría a convertirse en cantor del pueblo.

Su primer gran escenario fue la Fiesta de la Tradición en Jáchal, en la década del ’80, donde compartió cartel con figuras como Los Tucu Tucu y Jaime Torres. Desde entonces, su nombre se volvió habitual en festivales de todo el país: Laborde, Pre Cosquín y Cosquín, donde llevó consigo no solo su voz, sino también el poncho sanjuanino que sus comprovincianos le regalaron como símbolo de identidad.

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El Chango Huaqueño no fue solamente intérprete: también fue autor de canciones que pintaban con sencillez el paisaje y la vida del interior sanjuanino. Obras como Añorando Huaco, Así es mi pueblo o La Huaqueña retrataron las memorias de su gente y de su tierra. Le cantó a Jáchal, Iglesia, Calingasta, Sarmiento, Caucete, Zonda.

A lo largo de su carrera grabó 11 discos, entre ellos "Jáchal en noviembre", "Romance de los Caballos", "Latir de Pueblo por mi Vieja Guitarra" y "Piel de Cordillera". Pero su gran misión fue siempre mantener vivo el legado de Buenaventura Luna, a quien admiraba profundamente: “Buenaventura es mi gran ejemplo”, repetía. En los últimos años trabajó especialmente sobre Las Sentencias del Tata Viejo, versos cargados de sabiduría popular que se propuso difundir en cada escenario.

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Hoy, con su partida, San Juan despide a un hijo que supo honrar sus raíces y que convirtió cada escenario en un espejo de su pueblo. Su voz se apaga, pero queda su obra, sembrada en discos, en versos, en recuerdos y en las guitarreadas donde siempre será evocado.

Velorio

Informaron que sus restos serán velados en la Sala Velatoria de la Municipalidad de Capital, calle Rawson (entre Santa Fe y Córdoba) hasta la hora 23 y mañana de 8 a 10:30. Tras esto, será enterrado en el cementerio de la Paz del Sur, calle Vidart (entre 6 y 7), Pocito. El municipio de Jáchal decretó duelo departamental por 72 horas.

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