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La ciencia revela cómo la alimentación influye en la calidad y el contenido de los sueños

Estudios recientes vinculan el consumo habitual de frutas con un mayor recuerdo onírico y asocian ciertos alimentos, como el pescado y el chile, con sueños lúcidos y estados hipnagógicos.

POR REDACCIÓN

Hace 4 horas
El estudio apuntó que alimentos picantes como el chili se vinculan con una mayor ocurrencia de hipnagogia. Foto: Gentileza

La relación entre lo que comemos y la naturaleza de nuestros sueños ha sido un tema de interés popular y científico. Investigaciones recientes publicadas en el International Journal of Dream Research y destacadas por National Geographic comienzan a aclarar cómo ciertos alimentos afectan tanto la calidad del sueño como el tipo de sueños que experimentamos.

Un estudio de 2022 liderado por Josua Biehl encuestó a 436 personas con interés en los sueños lúcidos para analizar la influencia de alimentos comunes en la frecuencia de fenómenos oníricos. Los resultados indicaron que quienes consumen frutas regularmente tienden a recordar sus sueños con mayor frecuencia, posiblemente por el aporte vitamínico de estas. Asimismo, el consumo de pescado se relacionó con un aumento significativo en la aparición de sueños lúcidos, incluso tras ajustar factores como la edad y la personalidad.

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Además, el estudio apuntó que alimentos picantes como el chili se vinculan con una mayor ocurrencia de hipnagogia, el estado entre la vigilia y el sueño, probablemente debido a la capsaicina. El consumo de tabaco mostró una asociación menor pero presente con la aparición de pesadillas, según el mismo reporte.

Respecto al popular mito de que el queso provoca pesadillas, un experimento patrocinado en 2005 por la British Cheese Board con 200 voluntarios sugirió que diferentes tipos de queso podrían influir en el contenido de los sueños. Sin embargo, este estudio no fue revisado científicamente y tenía fines promocionales.

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Más recientemente, un análisis publicado en Frontiers in Psychology encontró que las pesadillas tras consumir queso o lácteos ocurren principalmente en personas con intolerancia a la lactosa que presentan síntomas gastrointestinales durante la noche. El neurocientífico Tore Nielsen, autor principal del estudio y profesor en la Universidad de Montreal, explicó que “sabemos que el dolor influye en los sueños. Sabemos que otras sensaciones corporales, como el simple hecho de tocar a una persona que sueña, pueden influir en sus sueños. Sin duda, estas vías para influir en los sueños existen”.

Nielsen también destacó que la percepción de que ciertos alimentos generan sueños extraños ha disminuido con el tiempo, pasando del 18% al 5,5% entre estudiantes universitarios, lo que sugiere que estas creencias pueden estar influidas por factores culturales.

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Más allá de alimentos específicos, los hábitos alimentarios generales tienen un impacto en la calidad del descanso y la aparición de sueños perturbadores. Se observó que quienes comen ignorando señales de saciedad o siguiendo horarios rígidos experimentan más pesadillas.

En cuanto a la calidad del sueño, Marie-Pierre St-Onge, directora del Centro de Excelencia para la Investigación del Sueño y Circadiana en la Universidad de Columbia, ha demostrado que una dieta rica en frutas, verduras, fibra, cereales integrales y frutos secos mejora el sueño, haciéndolo más reparador y menos fragmentado. Por el contrario, dietas bajas en fibra y altas en grasas saturadas y alimentos procesados se asocian con un sueño más ligero y despertares frecuentes.

Erica Jansen, epidemióloga nutricional de la Universidad de Michigan, ha aportado evidencia sobre la relación bidireccional entre sueño y alimentación. Según Jansen, “cuando se lleva a las personas al laboratorio y se las priva del sueño, ya sea una noche entera o se les limita a cuatro o cinco horas, comen de forma diferente al día siguiente. Consumen más calorías. Tienen más antojos de alimentos ricos en energía. Eligen comer más carbohidratos refinados y más grasas”. Este efecto podría estar mediado por hormonas como la leptina y la grelina, que regulan el apetito y se alteran con la falta de descanso.

Jansen también señala que los despertares frecuentes, que pueden estar vinculados al consumo de alimentos con grasas saturadas como el queso, aumentan la probabilidad de recordar sueños, ya que la mayoría se producen durante la fase REM, y es más fácil recordarlos si el sueño se interrumpe en ese momento.

Finalmente, la folclorista Lucy Long, directora del Centro de Comida y Cultura, explicó que el mito del queso y las pesadillas tiene raíces culturales más que científicas. Destacó que esta creencia es relativamente reciente y poco difundida fuera de ciertos contextos, y que la popularidad de la idea puede deberse a la influencia de la cultura popular y el marketing. Recordó que el dibujante Winsor McCay ya había retratado al queso como causante de pesadillas en sus tiras cómicas de principios del siglo XX.

Así, la ciencia comienza a desentrañar las complejas conexiones entre la alimentación y los sueños, evidenciando que mientras algunos alimentos pueden influir en la frecuencia y tipo de sueños, muchas creencias populares responden más a tradiciones culturales que a evidencias científicas.

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